25/12/07

Deseos de Navidad, Cuatro

Una vez llegado de mi primer periplo por tierras califales y dado que casi exclusivamente he dedicado mi tiempo a visitas familiares, he tenido que soportar estoicamente la avalancha de espacios televisivos dedicados a temas solidarios, escenas navideñas (creo que son de archivo ya que siempre me parecen las mismas, desde los pirados que nadan en Barcelona el día 25 de Diciembre hasta el Papa descubriendo el Portal Vaticano) en fin más de lo mismo, lugares comunes, depresión incipiente, atracones carísimos y viajes de vuelta.

He intentado por todos los medios abstraerme (como era mi propósito) de este ambiente y he devorado en un par de días la biografía de Bunbury (Lo demás es silencio) que me ha descubierto un poco más a este polifacético artista (ya sé que estoy muy pesadito con el tema pero, en fin, estoy pasando la época Bunbury, qué le voy a hacer) he visto La Edición Especial de Blade Runner (5 DVD's maravillosos, pareciera que mis dos últimas Navidades tuvieran un nexo 'replicante') y, he de confesarlo, he visto un rato la tele...y entre la inmensa basura que se proyectaba ha habido una cadena que ha despuntado por encima del resto sin discusión: Cuatro.

En primer lugar por el más sincero de los anuncios que he visto en las últimas dos semanas que no es otro que éste. Por fin muerte a la hipocresía y bienvenida al realismo más ácido. Y en segundo lugar, porque ya harto de ver 'Qué bello es vivir' o 'Cuento de Navidad' o 'Gremlins' (en el más atrevido de los casos) estos genios no hacen otra cosa que proyectar en Nochebuena...La Vida de Brian. Magistral señores, hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien una Nochebuena. Podría elegir miles de escenas pero permitidme que adjunte una de mis favoritas: Lapidación



En fin, una alegría en una época tan llena de tristeza como la mísera Navidad. A ver si en un par de semanas nos olvidamos de esta época y de la mierda de año que ha sido el 2.007. Como colofón un villancico a media entre Raphael y Bunbury que coincide al 100% con mi visión de esta época: Amarga Navidad, también de Jose Alfredo.




14/12/07

Por amor, a la muerte

Tengo la suerte de haber disfrutado de la música de Héroes del Silencio cuando estaban en activo (y durante su vuelta hace escasos meses) aunque me enamoraran algo más tarde que a la gran mayoría de mis contemporáneos. Ahora que mis gustos musicales han madurado, y quizás por eso, puedo apreciar lo mejor que Héroes nos ha dejado: a Bunbury en solitario. Posiblemente hace quince años no habría sabido degustar al inmenso solista de los maños, es más, lo he descubierto un poco tarde pero es más que suficiente y me doy por satisfecho. Revisando su discografía me he encontrado con un tema que sin ser suyo (y los tiene muy buenos) me produce escalofríos cada vez que lo escucho: 'El Jinete' de Jose Alfredo Jiménez. No me canso de dar al repeat en la versión en directo: la cadencia tristísima, la letra desoladora, el piano plañidero, el dolor que la empapa.



La historia desoladora de 'El Jinete' me recordó a otra canción que nada tiene que ver ni en estilo, ni en origen ni en su interpretación. No se trata ni más ni menos que La Canción del Legionario (El Novio de la Muerte) interpretada por Javier Álvarez. Dejando aparte arengas patróticas (no soy sospechoso de defender a ultranza los estamentos militares y los pilares patrióticos y creo que Javier Álvarez tampoco) la opinión general es que trata acerca de la historia de un soldado que, siendo el más valeroso de la Legión y en un acto heroico, da la vida por su bandera...pero profundizando un poco en la letra se observa que la historia es mucho más doliente y sórdida: se trata de un hombre que se alistó en la Legión para hacerse novio de la muerte y reencontrarse con su amada que había fallecido antes, es decir, que lo que le mueve no es su patria ni la gloria militar sino morir cuanto antes fruto de su dolor y de su amor perdido y a partir de ahora su nuevo amor (su novia) será la Muerte. De hecho en un momento de la letra el amante (antes de ser legionario) le escribe a su amada que si en algún momento Dios le llama (a ella) para él un puesto reclama y a buscarla pronto irá y de ahí que se aliste en la Legión (quizás por ser el camino más corto hacia el final más allá del suicidio).
Adjunto parte de la letra donde se pone de manifiesto que esta historia es previa a que él se aliste en la Legión:

Nadie en el Tercio sabía
quien era aquel legionario
tan audaz y temerario que a la Legión se alistó.
Nadie sabía su historia,
más la Legión suponía
que un gran dolor le mordía
como un lobo, el corazón

Y al regar con su sangre la tierra ardiente,
murmuró el legionario con voz doliente:
Soy un hombre a quien la suerte
hirió con zarpa de fiera;
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte con tal leal compañera.
Cuando, al fin le recogieron,
entre su pecho encontraron
una carta y un retrato de una divina mujer.
Y aquella carta decía:
"...si algún día Dios te llama,
para mí un puesto reclama
que buscarte pronto iré".
Y en el último beso que le enviaba
su postrer despedida le consagraba.
Por ir a tu lado a verte
mi más leal compañera,
me hice novio de la muerte,
la estreché con lazo fuerte
y su amor fue mi ¡Bandera!

Es decir, que su amor (por ella) es su bandera (no, el amor a la bandera en sí).
Claro, estas frases disfrazadas de marcha militar y cantadas a voz en grito por los
legionarios en formación, con la mirada al cielo, la camisa abierta y la cabra pululando por las inmediaciones pues, efectivamente, parecen un una exaltación del heroismo hasta la muerte por la nación y la bandera. Pero escuchadas a Javier Álvarez (autor que, por otro lado, no me entusiasma aunque admito que esta versión me estremece) tiene un cariz muy distinto (en el Youtube sólo he encontrado este vídeo, casi sería mejor evitar las imágenes ya que, en este caso, sí son de puro cariz patriótico aunque la música tenga otro sentido completamente distinto):





Y es que después de leer y escuchar la versión de 'El Novio de la Muerte' su letra no es muy distinta de algunos de los pasajes de 'El Jinete'.


Adjunto letra:

Por la lejana montaña
Va cabalgando un jinete
Vaga solito en el mundo
Y va deseando la muerte
Lleva en su pecho una herida
Va con su alma destrozada
Quisiera perder la vida
Y reunirse con su amada

La quería más que a su vida
Y la perdió para siempre
Por eso lleva una herida
Por eso busca la muerte
Luego se pierde en la noche
Y aunque la noche es muy bella
El va pidiéndole a Dios
Que se lo lleve con ella
La quería más que a su vida
Y la perdió para siempre
Por eso lleva una herida
Por eso busca la muerte
En su guitarra cantando
Se pasa noches enteras
Hombre y guitarra llorando
A la luz de las estrellas.
Después se pierde en la noche

Y aunque la noche es muy bella
El va pidiéndole a Dios
Que se lo lleve con ella


En un caso 'un gran dolor le mordía como un lobo el corazón' en el otro 'lleva en su pecho una herida y va con el alma destrozada'. En un caso le dice a su amada ' a buscarte pronto iré' en el otro 'va pidiéndole a Dios que se lo lleve con ella'. Son dos canciones calcadas en temática y sentimiento desolador, interpretadas habitualmente ante públicos bien distintos y versionadas de una forma magistral (desgarradora la de Bunbury e intimista la de Álvarez). Como fruto de ambas, el título del post.



Por cierto, para conocer el verdadero origen de 'El Novio de la Muerte' - cupletero, quién lo diría - visitad este interesante, cofrade y patriótico blog

9/12/07

Ascensión y Caída

Tres personas, dos visiones de la existencia humana, un descenso al abismo al puro estilo Lou Cifer en el Corazón del Ángel, un ascenso en la escala ética como quién quisiera coronar un ocho mil. ¿Cómo llegué a cada una de estas concepciones de la existencia humana?. Pues intentaré contarlo en las siguiente líneas.

En el caso de Kierkegaard (la llamaremos Teoría del Ascenso Ético), fue a través de Faemino y Cansado cuando al término de cada uno de sus sketches proclamaban al unísono con el público. ‘Que va, que va, que va, yo leo a Kirkegaard’




Pues bien a continuación adjunto un pequeño extracto biográfico de Soren Kirkegaard junto a una explicación de su concepción de las fases de la existencia humana (la Teoría antes comentada):

Sören Kierkegaard realizó una lectura de su propia vida e identificó unas fases de evolución. Su época de estudiante de teología fue caprichosa, disipada e irregular. Tras la muerte de su padre, decide casarse y ejercer la profesión de pastor. Finalmente, disuelve el compromiso matrimonial queda solo ante sí mismo y con Dios, y decide optar por un fin superior, heroico, comprometiéndose a despertar entre sus compatriotas el verdadero espíritu del cristianismo. Tiempo después le pareció que tales fases también podían ser vividas por muchas personas, por ello las enunció filosóficamente, para que fueran referencia a todos aquellos que habían realizado un camino personal similar.

La primera fase la denomina fase estética, aquí el hombre rehúye los compromisos, rechaza cualquier evento que signifique atadura, carga o yugo. Su vivir está desvinculado de obligaciones familiares, profesionales y sociales. Sus acciones y deseos giran en torno a la búsqueda del deleite, del placer, continuamente muda de pareceres y va en pos de nuevos deseos. Domina en su mente la imaginación, la fantasía, el ensueño. Para él es más importante lo virtual que lo real. Con frecuencia alimenta un sueño irrealizable, un proyecto dramático, apasionado pero quimérico. Esta vida no tiene continuidad, todo es demasiado cambiante, nada es seguro, se invierte esfuerzos en lo inasible, en lo inmediato, en la consumación del instante. La referencia para actuar y decidir suele ser externa, requiere de traslados incesantes en la dinámica de exponerse a emociones cada vez más distintas e intensas. Carece se estabilidad, carece del soporte que confiere la institución laboral, la institución familiar, los principios morales universales libremente aceptados, no tiene la perseverancia del hombre consagrado a un ideal permanente. Tal fase condena al individuo al fracaso y a la decepción: el placer se vuelve dolor, el hedonismo desdicha, la esperanza desesperación, cultiva una ansiedad por reproducir morbosamente los placeres fugaces una vez vividos, pero ello sólo es vanidad estéril. Kierkegaard dirá de sí en esta fase: “Iba por la vida iniciado a todos los goces; más bien cansándome en despertar la apariencia del goce y encontrando en eso mi melancólico placer”. La fase estética, por la insatisfacción profunda que finalmente produce, lanza a un más allá de sí, invita a trascenderse.

La fase ética reemplaza el individuo disoluto por uno subordinado voluntariamente a la ley moral, de validez objetiva y universal. Ya no se vive de sueños, surgen tareas concretas a realizar. Las fantasías dan paso a la más pura e ineludible realidad. Los impulsos irracionales por satisfacer placeres y deseos inmediatos, ganan control por el concurso de normas morales y una consideración convencional de la realidad, convertida en espacio en el que se pacta con los demás y con las necesidades más ciertas y razonables. Es la fase de la previsión, el tiempo controlado y el trabajo. No se viven sólo instantes densos en pasión, se vive un conjunto organizado que del presente va forjando un futuro seguro. Esta es la fase del ciudadano y del hombre que constituye una familia, que da estabilidad a su relación sentimental. En esta fase se establecen las instituciones, se realiza la subordinación a leyes jurídicas, sociales y éticas de rango universal, fase que puede asumirse como la concreción del pensamiento hegeliano.

Finalmente, la fase religiosa surge gracias al conflicto con la fase anterior: no basta las referencias a un orden, a una legislación, ello todavía es demasiado externo e impersonal, se da un salto, se verifica una relación cualitativamente distinta. La relación con Dios mediante la Fe es irracional, supera la pretendida absolutez de la racionalidad experimentada en la fase ética. El orden de la fe es el único legítimamente existencial: rompe la inmediatez del placer de la fase estética, rompe las seguridades y estabilidades de la fase ética, proyecta al hombre a la invención de un más allá radicalmente novedoso e íntimo. Y ahora la relación no es con un conocimiento, es una relación concreta, una comunicación entre dos existentes, yo y Dios. Pero este salto exige una decisión, una opción que envuelve un deseo de radicalidad. Se descubre que las fases no son sucesiones naturales, de un estado a otro, sino auténticas verdades definidas íntimamente. La fe posee otro carácter de comprensibilidad. Ella no es lineal, lógica, ella sucede en el sacrificio de lo tenido por racional, su dinámica es paradójica, es contradictoria, niega las proporciones enunciadas como a mayor-más, a menor-menos. En la fe se invierten los polos de referencia: Abraham sacrificando a su hijo iba a ser contrario a toda norma familiar y social, carecía de cualquier asidero racional; pero Abraham veía que la relación absoluta del hombre con el creador trascendía cualquier ética o razón humana. En Kierkegaard, antes que disolverse las contradicciones, la operación en la fe las agudiza, el hombre vive las tensiones irreconciliables entre lo finito y lo infinito, la fe y la razón, la cotidianidad y la búsqueda de la trascendencia, lo particular y lo universal.

Bien, esta visión contrasta con la siguiente (Descenso al Averno, por ejemplo) Llegué a ella gracias a una de las mejores películas de Coppola: ‘Apocalypse Now’. Tras disfrutar de la búsqueda de Kurtz por parte de un inmenso Martin Sheen (ver vídeo adjunto donde aparece Martin Sheen interpretándose a sí mismo bajo la excusa de encarnar a Willard)



Pues bien, tanto me impresionó la película que me propuse leer el libro de Conrad en el que está inspirada, ‘El Corazón de las Tinieblas’. En el prólogo de la edición de Valdemar Dámaso López García cita un pasaje de Juan Benet en ‘Volverás a Región’

Creo que la vida del hombre está marcada por tres edades: la primera es la edad del impulso, en la que todo lo que nos mueve o nos impulsa no necesita justificación, antes bien nos sentimos atraídos por todo aquello – una mujer, una profesión, un lugar donde vivir – gracias a una intuición impulsiva que nunca compara: todo es tan obvio que vale por sí mismo y lo único que cuenta es la capacidad para alcanzarlo.

En la segunda edad aquello que elegimos en la primera normalmente se ha gastado, ya no vale por sí mismo y necesita una justificación que el hombre razonable concede gustoso, con ayuda de su corazón, claro está; es la madurez, es el momento en que, para salir airoso de las comparaciones y de las contradictorias posibilidades que le ofrece todo lo que contempla, el hombre lleva a cabo ese esfuerzo intelectual gracias al cual una trayectoria elegida por el instinto es justificada a posteriori por la reflexión. En la tercera edad no sólo se han gastado e invalidado los móviles que eligió en la primera sino también las razones con que apuntaló su conducta en la segunda. Es la enajenación, el repudio de todo lo que ha sido su vida para la cual ya no encuentra motivación ni disculpa. Para poder vivir tranquilo hay que negarse a entrar en esa tercera etapa; por muy forzado que parezca, debe hacer un esfuerzo con su voluntad para permanecer en la segunda; porque otra cosa es la deriva.

En este caso, efectivamente y tal como le ocurre a Willard, se trata de un descenso al averno de la existencia -en lugar de la vida- un trayecto desde la vitalidad a la muerte en vida del alma.

No sé en qué fase me encuentro en cada una de las dos acepciones (aunque me lo puedo imaginar) ni sé por supuesto cuál va a ser la siguiente, si hacia la cima o un poco más cerca de la deriva, pero en cualquier caso y cualquiera que sea la elección habrá que realizarla de forma sincera y coherente sin miedo al pasado ni al futuro, con la valentía de apostar por un vacío probable en vez de compañía de sábanas frías, por un anhelo que quite el sueño en lugar de despertares poblados de silencio, por llantos de alegría y dolor en vez de lágrimas en soledad, por alguien a quién reconozcas en el espejo a costa de la soledad acompañada…en fin creer que a los imposibles sólo les sobran dos letras para convertirse en realidad…las dos mismas letras con las que empieza uno de mis verbos favoritos: imaginar.

Adjunto los ideólogos que aportaron la semilla de este interminable post…


8/12/07

Por fin llegó...

Está aquí, ha llegado, se anuncia a bombo y platillo en radios, televisiones y otros medios, invade nuestras calles vistiéndolas como un putiferio de carretera, como si de una amante chantajista se tratase nos propone todo tipo de sucias alternativas donde malgastar el dinero. Se viste de envidia a costa de comprar décimos para no hacernos sentir idiotas o rácanos, esboza falsas sonrisas de confraternización durante las insoportables cenas de empresa sólo amenizadas por las arengas etílicas y sinceras de algún asalariado en el que el vino ha hecho estragos y que será la comidilla del café a media mañana durante meses mientras el mequetrefe apenas recordará cómo llegó a su casa aquella noche.

Este año me había propuesto firmemente intentar aislarme tanto como pudiera de todo lo que tuviera un leve tufillo a la protagonista del post de hoy: la Navidad. Pero mira tú por dónde que en los dominicales ya no sólo vienen mas de 150 páginas dedicadas a tan fastuosas y deprimentes fiestas sino que como material bonus no sólo venía el folleto de Media Markt sino…un folleto de…PETARDOS (y no de los que se fuman).

En efecto podría parecer increíble, ¡cómo me iba a olvidar de tan amenos personajes! Esos que deseando compartir su felicidad con el resto del vecindario a las tres de la mañana inician una mascletá espontánea provocando anginas de pecho y respingos por doquier. Joder qué fiestas tan redondas: consumismo brutal, intoxicaciones etílicias, llantos en las cenas, colas en todos lados, ni un puto taxi de noche..y PETARDOS A GRANEL.

20 páginas del catálogo dedicado a los petardos ‘Más de cien establecimientos en toda España con 28 años de experiencia’ reza el folleto de
Petardos CM. Entre sus artículos fetiches están los ‘Superfalleros’ el ‘Trueno Barreno’ o ‘La traca enrollada con más de 1000 petardos’ todo acompañado de ofertas del tipo 6x3 o 5x3 ‘compra conjuntamente con amigos o familiares…’ …por supuesto válidas hasta el 5 de Enero porque hay que dar por culo…en Navidad.

Dios quiera que mis vecinos hayan sufrido una ceguera momentánea y no se hayan percatado de esta publicidad porque de lo contrario se puede producir una masacre al primer estallido cercano a mi casa. Y es que me pregunto: ¿qué cojones le ve la gente a tirar petardos? ¿Dar la nota, sentirse observados, poderío, extravagancia…?. Puedo llegar a comprender la cultura de fuego y pólvora de Valencia, pero un pringado borracho dando tumbos con un gorro con cuernos de alce jugándose los dedos de su mano mientras intenta prender la mecha con las manos temblorosas en medio de cualquier calle viéndose observado por los ojos inquisitorios del resto de los viandantes una vez el puto petardo ha estallado es lo más próximo a la descripción de patetismo que conozco…en cualquier caso no desentona con la más patética de las épocas del año: la Navidad.

¿Qué podían hacer con los petarditos?. Pues adjunto un vídeo de lo más explicativo.


2/12/07

A medias

Tengo varios libros a medias, llevo media vida fumando (la misma media vida que llevo intentando dejar de fumar), media vida trabajando y la otra media estudiando, media vida en la capital y la otra media en la tierra que me vio nacer, si una canción no me gana hacia la mitad paso al siguiente corte, incluso este blog se me está quedando continuamente a medias por falta de actualización y – por qué no decirlo – por pereza, tengo un montón de relatos a medio terminar, quizás por un exceso de perfeccionismo, pero ahí están, a medias, me falta por leer la mitad de mi biblioteca (que llevo media vida construyendo) y sí, efectivamente, posiblemente mi vida – en el mejor de los casos – esté a medias en este momento. Dentro de esta inmensidad a medio camino entre el todo y la nada brilla por su ausencia mi media naranja (en honor a Teo incluyo una aproximación de su foto)



Y en esta epopeya a las bisectrices de los distintos ángulos de mi existencia a medio construir, en este universo a medias, me miro al espejo medio convencido y me pregunto: ¿no va ya siendo hora de un buen completo?

29/10/07

Emotividad y Desencanto

Pensaba que poco o nada nuevo podría ofrecer mi relato del último concierto de Héroes después de leer la magnífica crónica de Juanjo, pero quizás la gran diferencia de este concierto de los maños respecto al resto ha sido la emotividad que tiñó de color sangre los últimos cuarenta minutos de Héroes sobre un escenario, no se habían ido y ya les estábamos echando un poco de menos. Todo comenzó cuando Bunbury agradeció a las ochenta mil almas que abarrotaban el parking de Cheste y a las más de cien mil que ya les habían visto diciendo que se sentían especiales, grandes y queridos. Una inmensa voz de miles de gargantas comenzó a corear ‘Héroes’ a todo pulmón y en la imagen de las gigantescas pantallas aparecía un Enrique Ortiz de Landázuri mudo, quieto, débil, callado, emocionado. Fueron treinta segundos de despedida sin palabras, de respeto y agradecimientos callados. Hay quien imaginó ver una lágrima en el rostro de Bunbury. Tras estos instantes de palabras mudas, los agradecimientos de rigor y una amenaza que anticipaba el nudo en la garganta: ‘Esta será la última canción tocada por Héroes del Silencio’. Y comenzó Tesoro. Y así salieron hasta tres veces para acabar con un tema que probablemente nadie, ni los más versados podían imaginar: ‘En brazos de la fiebre’ a dúo con Juan Valdivia sentados en el escenario. Y así acabo la historia sobre los escenarios del grupo más grande, especial y querido de Iberia. No los defendí cuando fueron famosos, quizás me daba alergia su pose y sus acólitos, se ganaron mi respeto con ‘El espíritu del vino’ y tienen en mí un defensor desde ‘Avalancha’. Pero todavía nos queda una luz con mucha esperanza en su interior: un hombre que es capaz de escribir Canto (El Mismo Dolor) tiene todavía mucho que ofrecer y quizás me ofrezca más ahora en solitario; quizás prefiera una tristeza de cadencia lenta a la sangre hirviendo, quizás me esté haciendo mayor y busque nostalgias de ayer para sucesos de mañana.



Y tras 400 km de vuelta con el cuerpo un poco contrahecho debido a los licores ingeridos la noche anterior decidí poner una película recomendada pocos días antes por Juanjo y Pedro. Y ante mis ojos aparecieron los historiadores de un terremoto del alma, cuatro personajes tan distantes como unidos, lúcidos y alienados a un tiempo, la radiografía de un ‘fin de raza’ contada por los ejecutores y víctimas de este desastre: un relato estremecedor en blanco y negro de una maestría genial realizado por Jaime Chavarri: una venerable anciana madre y esposa modélica que se nos presenta, con un léxico que para sí quisieran muchos periodistas, como la esposa que queda enamorada del patriarca familiar por un par de versos… y luego es criticada como una cobarde sin redención por sus hijos frente a la cámara - con ella presente - unos hermanos variopintos que se odian y se aman, se califican como simpático esquizofrénico o paranoico desagradable (sin faltarles razón) mientras luchan por el rol paterno a la muerte de éste – sin pesarles haberle descrito como un alcohólico empedernido minutos antes. En cuanto a las descripciones que de ellos mismos realizan los protagonistas del film nos encontramos a Juan Luis que adora a Scott Fitzgerald por lo que tiene en común con él: el alcoholismo y una mujer horrorosa o Leopoldo María que confíesa haberse vendido a un par de subnormales por un paquete de tabaco o Michi que define a su familia como el cúlmen de la sordidez. Pero en su estado freak sin duda se adivina una educación cuidada, unos modos refinados, el fracaso de una familia tradicional que sus mismos integrantes se niegan a perpetuar, silencios que dicen mucho más que las palabras, miradas tristes que sangran un pasado trágico y un futuro aún peor, en fin, una obra de arte en todos los sentidos, digna de verse y repensarse: sinceridad y fracaso de la mano con personas que parecen personajes y personajes que parecen irreales…si la muerte, el suicido o los psiquiátricos no los hubieran hospedado o los tuvieran ya para siempre entre sus brazos.


Leopoldo M Panero

Adjunto algunos links a los pocos extractos que he encontrado en la Red de ‘El desencanto’ -se oyen muyyyy bajito.

4/9/07

Regreso al pasado

Si alguno de nosotros nos encontráramos un viernes por la noche en un restaurante ‘fashion’ (ya sé que así de primeras es mucho pedir, pero bueno, imaginemos) de una ciudad cosmopolita como pudiera ser Madrid y viéramos a una pareja formada por un chico joven vestido con capa española acompañado por una fémina de la misma edad vestida de lagarterana, pensaríamos que hemos sufrido un viaje en el tiempo (por lo menos hasta el último Fin de Año), o que Ramón García y Lola Flores tienen un club de fans más amplio de lo que creíamos o que sencillamente lo que nos han dado en la comida no era bicarbonato y ahora estamos sufriendo las consecuencias.

Pero claro, si te desplazas equis mil kilómetros hacia Oriente, tras diecisiete horas de avión y aun habiéndote recuperado del jet-lag…todo lo ves posible. Y es que en ese cúmulo de contradicciones que es la sociedad nipona hay uno que me ha llamado poderosamente la atención: su vuelta al pasado como reivindicación de modernidad (todo sea dicho que en la sociedad occidental sufrimos algo parecido con la moda ‘vintage’). Y así es posible observar en ciudades perfectamente cosmopolitas y símbolo de modernidad como Tokio o Kyoto, a parejas de chicos jóvenes, ella perfectamente ataviada con su kimono y él con su yukata, cenando en un restaurante de moda y cruzándose con encarnaciones adolescentes del cyberpunk, no tan jovencitas treintañeras imitadoras de Candy Candy (seguidas por las miradas lascivas de ellos y envidiosas de ellas) y ejecutivos con el nudo de la corbata a medio caer y camisa sudada: y todos estos ingredientes dentro del mismo receptáculo, como si fueran partes alícuotas de un cóctel de difícil digestión por parte del occidental medio.

Y es que Japón es pura contradicción, modernidad vanguardista y tradiciones rancias, trenes bala y gente en bicicleta, tejanos importados de EEUU en la Universidad y kimono para cenar, templos en la calle y hoteles de amor por horas sin recepcionista, amplios parques estilo zen y hoteles cápsula, geishas recluidas en sus barrios a cal y canto y señores de compañía para las chicas en edad de merecer.



En fin, primera aproximación a Japón, vendrán más.

8/3/07

Concierto de Marah...y punto

Hace años mi padre me contaba que las tres cosas que debe hacer una persona para realizarse como hombre (o mujer) antes de morir son plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Lo primero es relativamente fácil, lo segundo requiere bastante paciencia y si hablamos de lo tercero, pues además de cooperación, ganas y un espíritu de sacrificio importante, requiere muuuchos medios y un sentido de la responsabilidad del que habría que examinar a muchos padres.

Pero no es de temas trascendentes de lo que quiero hablar hoy, tras dos meses sin actualizar el blog y un montón de asuntos en la cabeza que me gustaría contar. Y es que desde anoche a las tres ‘cosas’ que me contaba mi padre (y que están muy bien y son muy instructivas) hay que añadir una cuarta, quizás más banal pero no por ello menos intensa y necesaria: al menos una vez en la vida hay que ver EN DIRECTO a un grupo que conocí ayer y que me ha ganado, creo, que para los restos: Marah.

La propuesta vino a través de la persona que más me ha enseñado o descubierto en esto de la música en los últimos meses, el amigo dog_in_the_park. Una invitación suya nunca es en balde aunque mucho hay que confiar en el consejo de alguien como para plantarte un miércoles a las 23.30 en El Sol para ver un concierto de un grupo que ni te suena y del que no has oído un mísero acorde en tu vida -y encima pagando 18 € - pero viniendo de quién venía la invitación, pues le di un voto de confianza.

Y ahí aparecimos en El Sol, tras unas birras previas, Juanjo, dos amigos suyos y yo. Los teloneros intentaron a duras penas calentar un ambiente más bien frío de primeras por dos razones: el día tan desapacible y ventoso que hacía en Madrid y que su bolo terminó a eso de las 23.45. Música de fondo de Morricone durante unas interminables pruebas de sonido…y ya eran las 00.00 cuando seis personajes invadieron el minúsculo escenario. Toda una declaración de intenciones los saltos que, con los instrumentos todavía apagados, daba el que parecía el líder del grupo (luego me he enterado que se llama Dave….) como midiendo las distancias a los altavoces desde su posición o calentando para lo que iba a acontecer. Una chica bastante atractiva frente a los teclados, un batería casi invisible al fondo, el bajista en segundo plano y tres guitarras en paralelo se disponían a abrir el concierto. He de confesar que, por la hora que era, mi mayor preocupación era no salir demasiado tarde del concierto. Sí, con esta maravillosa predisposición me disponía a escuchar el concierto de… ¿cómo dices que se llama el grupo, Marah?.

Y entonces sonaron los primeros acordes…y volví la cara con extrañeza hacia Juanjo y le dije: ‘oye, estos tíos tocan de cojones’ a lo que Montanary respondió sonriendo, confiado en lo que estaba por venir: ‘este grupo está entre los más grandes’ Y no le faltaba razón. Sin duda el mejor concierto que he visto desde hace muchísimo tiempo y entre los dos o tres mejores de mi vida (y no ha habido pocos: Radiohead, U2, Who, Pixies, Ramones, Placebo, REM….).

Pues bien, los hermanos Bielanko (que son el alma del grupo, de eso me he enterado hoy que no he hecho otra cosa que buscar referencias de este grupo) dieron una lección de entrega, buen gusto y energía desplegada encima del escenario, que casi quemaba –sin un decibelio de más ni de menos - empatía con el público, buen rollo entre ellos, un repertorio envidiable, unas versiones ejemplares (dos al menos que yo recuerde Do you wanna dance de Los Ramones y Baba O’Riley de los Who). En fin, unos genios que se metieron en el bolsillo a todo el público con un par de temas (al contrario de lo que pasa con otros grupos, durante la primera canción sólo se movían las tres primeras filas, al término del concierto toda la sala - aborrotada de público - botaba al son de las notas de este grupazo).

Fueron 120 minutos disfrutando de la vida a tres guitarras y una armónica: ritmos acústicos y eléctricos endiablados o más lentos, la belleza al teclado suavizando los coros, una base rítmica bajo-batería de lujo. ¿Y los vocalistas?. Un par de monstruos del escenario, con cierta reminiscencia a Bruce Springsteen (y mira que no me convence el Boss) pero con una fuerza y vitalidad que parecía que se jugaran el sueldo en cada nota, saboreando y haciéndonos disfrutar de la esencia del rock en estado puro, sin ambages, sin pausas, sin trucos, sólo música, sudor y tablas, un trozo de alma en cada solo, en cada coro, dos horas sin tregua, dos horas eternas de placer para los sentidos que será muy difícil que nadie, incluso ellos, logren igualar.

Y no fue porque bajaran a tocar entre el público la parte más lenta de uno de sus temas (que, por supuesto, no conocía), ni que en un momento dado la teclista y el bajista intercambiaran sus instrumentos y todo sonara tan perfecto y con el mismo poderío y la misma furia que previamente, o la armónica rompiendo la garganta de Serge entre piti y piti, no fue nada de eso y fue todo eso, fue simplemente que estos cabrones me devolvieron la esperanza de que la música sigue ahí, para hacerte hervir la sangre cuando alguien la doma y te la entrega a corazón abierto.

Y para acabar, estos hijos de puta, estos genios disfrazados de músicos normales (cuántos divos absurdos, vulgares y endiosados deberían avergonzarse al ver a este grupazo en vivo) que tocan en una sala pequeña donde aparecen ignorantes como yo que no los conocen, se tomaron unas birras con los que allí quedábamos y todavía nos daban las gracias. Y, lo recuerdo como si fuera ahora mismo, y han pasado más de veinte horas, así disfruté y, repito, no conocía un solo tema del repertorio que tocaron (salvo las dos versiones). En fin, que siguen existiendo motivos para creer en los placeres futiles y eternos que el rock ofrecía hace tiempo, en que la vida se vive a sorbos y ayer unos músicos americanos nos regalaron un lingotazo de absenta desde el escenario de El Sol que, a partir de hoy, cobra un nuevo significado: aquí fue donde me reencontré con la música como la soñaba con catorce años y veía cintas de VHS de los Who en directo. Espero, por el bien de la música, que este grupo sea valorado como merece…y por otro lado me apetece esta sensación furtiva de haber descubierto un tesoro para disfrutar en compañía selecta.

Esta tarde Juanjo y yo intentábamos describir lo que ayer presenciamos: memorable, irrepetible, increíble, épico…todos los adjetivos se quedan cortos, fue Marah en directo y punto