18/3/10

Anatomía de un engaño: Las Consecuencias


El último disco de Enrique Bunbury es un engaño: tras la apariencia de un montón de canciones cortadas por el mismo rasero y un tanto planas musicalmente se esconde un maravilloso mapa de matices, de historias sordas o que claman a gritos, de sonidos escondidos tras la puesta en escena con su voz, que casi siempre ha sonado expansiva pero que en este disco varía del susurro al grito desgarrado.

Es un disco con el que arroparse como una manta, para escuchar con cascos pero no por ello con poco volumen, es más creo que hay que escucharlo bien alto para descubrir todos los elementos no casuales incluidos en cada tema.

Es un disco para escuchar en la intimidad y con los ojos cerrados, de un tirón y varias veces (sospecho que hasta la tercera o cuarta escucha no se descubre la grandeza de 'Las Consecuencias') acompañando a cada canción hacia la historia que el zaragozano nos quiere contar.

Comienza con el tema que da nombre al álbum, ‘Las Consecuencias’. Confieso que me parecía una canción corta, amputada, simplona, áspera…pero de repente me sentí transportado al final de los conciertos en Madrid de la gira de Hellville De Luxe con ‘El Tiempo de las Cerezas’, de hecho creo que es una canción que no desentonaría en esa obra de arte en forma de doble CD que nos regalaron Nacho Vegas y el señor Bunbury o incluso podría emparejarse con ‘En los Brazos de la Fiebre’ de Héroes del Silencio (salvando las distancias), por cierto, también última canción sobre un escenario de Héroes.



Entiendo esta canción como una declaración de intenciones, letra, puesta en escena y melodía oscura, intimista y hermética, disfrazada de sencillez, una canción para finalizar, no para comenzar un álbum, un peaje para que los recién llegados a este disco sepan que no va a ser fácil:

‘La fe es una grave sufrimiento,
Es como amar a un extraño en vano,
Que no se presenta por mucho que uno llame desesperado
Porque siempre conviene alegrar a la gente,
También de vez en cuando viene bien asustar un poco…
Las consecuencias son inevitables’

Una vez pasado el peaje del primer tema nos presenta la primera de las dos canciones más desgarradoras del álbum: ‘Ella me dijo que no’, emparejada con ’21 de Octubre’, dos puñaladas en la memoria del dolor, dos vómitos de sinceridad culpable. En ‘Ella me dijo que no’ la canción evoluciona contándonos la historia de una relación que se está acabando, teñida de la nostalgia del violín y el tempo del piano de fondo con coros compartidos con una voz femenina en el estribillo, apenas perceptibles. A partir del minuto 3.15 crece, se expande y se multiplica.

'Ella dijo se acabó
y yo la creí, como no
la verdad es un armario
muy solicitado
y con poca luz.

Ella dijo es el final
y yo lo soñé la noche anterior
la fatidica raíz
del augurio y la premonición.

Por estar en cualquier parte salvo aquí
fui un turista de la belleza
las cosas que uno hace para vivir
y no perder la cabeza.

El dolor era anterior al pensamiento
los origenes perdidos del lamento
¿donde estan?
Nos salimos de la ruta'


Llega ‘El boxeador’ acaso uno de los temas que más me ha gustado, por la ‘complicidad’ que contagia al seguidor del zaragozano desde hace años (bien es sabida su afición por el boxeo, no hay más que escuchar ‘Flamingos’). Su inicio con gaviotas me transportan a ‘El extranjero’ pero como si en vez de ser compuesta para el album 'Pequeño' se hubiera compuesto para 'El viaje a ninguna parte' ... quizás se trate de lo que pasó con el personaje del 'El extranjero' cuando por fin se estabilizó en una choza junto a la playa ya relajado, sin ese ritmo palpitante de foráneo impenitente...su ritmo acompasado, su carga bajística, su letra nostálgica, las imágenes de Bunbury lanzando ‘ganchos de izquierda en la playa’ fresca, inocente, quizás hasta cómica, propia de un Freak Show, encomendando sus pasos futuros a la Virgen de Guadalupe:

‘Cánsate o muérete,
no te pares ahora
No pensarás
que todo fue una broma,
la Virgen de Guadalupe
te protegerá



Como decía la principio, este disco es un engaño…y prueba de ello es que el primer single, ‘Frente a Frente’ no es de Bunbury sino de Jeanette. Me sorprende cómo esta aparentemente inocente y hasta naïf intérprete ha influenciado a cantautores modernos y hasta vanguardistas como Bunbury o el imprevisible Albert Pla (enorme su ‘Soy rebelde’ incluida en la Banda sonora de Airbag).

Cuánto sufrimiento encierra esta reedición de la Bella y la Bestia. La canción no es de Enrique y sin embargo no puede describir mejor la música de Bunbury, la tristeza, la desolación, el amor, el dolor….las voces emparejadas, la pueril inocencia apagada del tono de Miren Iza de Tulsa:

Queda,
Queda un gesto amable
Para no hacer la vida insoportable
Y así ahogar las penas’
‘Sólo quedan las ganas de llorar
Al ver que nuestro amor se aleja
Frente a frente
Bajamos la mirada pues ya no queda nada de qué hablar,
Nada’




Me recuerda esta canción un fragmento de 'Mercado de espejismos' de Felipe Benítez Reyes:

'En ese momento todo quedó claro: se trataba de destruirnos el uno al otro en el menor tiempo posible y sin dejar torre en pie, porque nadie sale de un matrimonio como quien sale del cine (es decir, con el ánimo agradecido por el regalo fugaz de una ficción) sino como quien sale de una barraca de espejos deformantes (es decir, con una visión grotesca de sí mismo: monstruo mezquino de las piernas cortas, de la barriga de tonel, de la cabeza oval, de los brazos que arrastran por el suelo, gritándole a otro monstruo parecido).

Cuando en una relación amorosa se instala el rencor, a ver quién es capaz de espantar a esa corneja que ha sido desollada viva, que tirita en carne viva. A ver quién echa de su madriguera a ese animal al que le duele incluso el aire
'




Y vuelve Don Enrique a escupir a su imagen en el espejo, la pareja de ‘Ella me dijo que no’ su voz y una guitarra son suficientes para mostrarnos la miseria humana de ‘el ser más culpable e inmoral’ exageradamente descarnada y directa para quién es su autor: '21 de Octubre'

Tu mirada tan sucia como un vertedero,
Sal de su vida,
Sal alegría,
No hagas más daño a quien todo te dio,
No volverá,
Esta vez no,
Perdiste la llave de su corazón’

Y su llanto se transforma en armónica a partir del minuto 3.00.


Y tras este vómito…resurge arrabalesca ‘Lo que más te gustó de mí’. Podría estar interpretada por cualquier tanguero barriobajero, con un acordeón propio de un bar del puerto donde los estibadores se emborrachan cada noche, hablan lunfardo e intentan enamorar a las putas con un futuro imposible que se muere cada día con la resaca, un bar donde no hay peleas porque ya no quedan ni ganas ni motivos por los que luchar.

Enrique construye una vendetta en esta canción contundente, soberbia, burlona, vengativa:

‘Ajustes de cuentas
Me dices que soy
un poco particular
y te estorban esas cosas
que adoraste de mí
Si soy así
un poco loco de todas formas
y por suerte
yo soy otro

Me dices que soy
un poco particular
cuando esas pequeñas bromas
te hacían reír hasta llorar
y ahora las odias
y aunque no me conozcas
de todas formas
y por suerte
alegría me sobra

Lo que más te gusto de mí
es lo que quieres cambiar
y hay que estar
con las botas puestas
dispuesto a aguantar
sabes que pienso
que una retirada a tiempo
es siempre una derrota.

Palabras como piedras,
lanzadas con fuerza
contra las ventanas

Lo que más te gustó de mí
es lo que quieres cambiar
Y hay que estar con las botas puestas
dispuesto a aguantar
Sabes que pienso que una retirada a tiempo
es siempre una derrota’



Y si alguien buscaba una reedición del no menos magnífico ‘Hellville De Luxe’ ha de esperar hasta el corte 7, un ejemplo magnífico de maestría continuista con ‘Los Habitantes’ una canción redonda, alegre, pasional. Disfruto especialmente con las bajadas de ritmo y la voz grave casi susurrante donde transforma el Hammond en un piano acompasado y personal junto al cambio de registro vocal:

No hubo otra posibilidad
lo que pasa es que me miento
y prometo que no vuelvo
aunque sepa que miro y tento
Y en mundo más alla
o en mundos venideros
nos echaremos de menos
o envejeceremos a la vez

Ya no hay nada que temer
ya no hay nada que soñar
se precipita mi debilidad
hacia la noche lenta del amor

El solo de guitarra final sólo engrandece aun más a una canción de por sí grandiosa.


El Bunbury más Hellville

Es hora de hablar’ es quizás otra de mis fetiches, una canción progresiva que se expande poco a poco, que crece sin prisa, por peldaños, que drena gota a gota el alma. Podría parecer a priori una reedición de ‘Las Consecuencias’ el primer tema del álbum, hasta que en el minuto 1.53 comienza a incorporar un ritmo eléctrico para, un minuto más tarde, comenzar el ‘in crescendo’ y acabar como un grito desesperado e inmenso casi más propio de Héroes en ‘Avalancha’ que del propio Bunbury en la estrofa:

‘Quiero hacer muchas cosas por tí
las más posibles’



Con un avión sobrevolando y acompañada durante el resto de la canción por el violín de Ana Belén Estaje y un maravilloso piano en el estribillo, comienza el otro clásico incluido en este discazo: ‘De Todo el Mundo’. Un testamento vital que cualquier cantautor con gusto y dignidad desearía interpretar (creo que hasta Raphael soñaría con cantarla) pero que sólo está a la altura del Señor Ortiz de Landázuri componer. Un regalo para los oídos.

Que no me atrape lo mundano
si prefiero no estar quieto
que no me pongan en un aprieto
por algo que no está en mi mano’
‘Soy vagabundo
siempre de paso
de todo el mundo
No tengo dueño
no soy tu exclavo
un poco tuyo
y de todo el mundo

Espero que acabe los conciertos intimistas que promete en su próxima gira con este temazo que, recién salido a la luz, creo que ya es un poco ‘De Todo El Mundo



Y después de diseccionar esta obra enorme, madura, oscura, intimista, engañosa y profunda que es ‘Las Consecuencias’ y por si alguien todavía no está convencido todavía, nos encontramos como colofón con 'Nunca se convence del todo a nedie de nada'. Otro susurro orquestado con suma delicadeza que fue grabada previamente por 'Niños del Brasil', versión que, por cierto, no tiene desperdicio:



Mi premio de
consolación
es mi dosis de alcohol
insuficiente
la elocuencia
me hizo creer
en mis propias
palabras

Y empiece
como empiece
todo acaba
siendo menos
de lo que
yo esperaba
y nunca se convence del todo
a nadie de nada
Tanto tragué
soboreé muy poco
buscando llaves
que no abrían
todos decian:
"que te vaya bien"

Buenos deseos
titiriteros
hacia un lugar
sin nombre
todo parece
ahora llevarme
hacia la extinción’

Nadie mejor que Enrique para describir lo que quiere transmitir con esta canción:

'No es una canción autobiográfica, pero sí que refleja las dificultades de los seres humanos para hacerse entender, los prejuicios que tenemos a la hora de reflexionar sobre las posturas del vecino de enfrente. Piensa en la situación política en España, o en la del resto del mundo'

Un piano nostálgico cierra la puerta de un viaje por la casa de Enrique Bunbury, que es su alma - por más que repita que los temas no son autobiográficos - plagada de habitaciones donde habitan el dolor, la compasión, el miedo, la culpa, la venganza, la esperanza, el futuro y un presente que no hace sino corroborar que estamos ante el mejor cantautor de la escena actual española.

Gracias Bunbury por entregarnos otro pedazo de ti.