8/1/11

Cordelilleros

Me encontraba disfrutando del exquisito simulacro de familia feliz durante la Nochebuena de este año cuando mis padres (me cuesta escribirlo en plural) comentaron acerca de una persona que no nombraré, una profesión hasta ese momento desconocida para mí: cordelillero (en este caso era femenina, cordelillera).

Cuando lo escuché pensé en algo parecido al ‘aguador’, alguien que vendía o prestaba cordeles aunque, en fin, tampoco le veía mucho sentido, no creo que vender cordeles sea una profesión que nunca haya tenido mucho futuro. Fue al preguntar qué tipo de profesión era cordelillero cuando mis padres, que conocían de sobra el término, me dieron la explicación del significado: la profesión de cordelillero nació durante la posguerra española donde la situación de muchas familias era precaria y no había acceso al crédito bancario dado que no había ni dinero ni garantías. Cuando alguna familia necesitaba desesperadamente dinero acudía a un prestamista o cordelillero que le hacía el préstamo con condiciones leoninas, próximas a la usura, que el prestatario a duras penas conseguiría devolver, es decir, que le prestaba el ‘cordel’ con el que el prestatario se pudiera colgar (y de ahí la designación de cordelilleros).


Lógica evolución del préstamo del cordelillero, se empieza prestando el cordel, un pequeño nudo corredizo y...lo demás es silencio
Es un término que me encanta porque habla de la España más negra y ácida, habla de necesidad y de muerte pero con ironía macabra, tacha de verdugo a un personaje y de condenado voluntario a otro, es una profesión que podía haber aparecido perfectamente en la obra maestra de Berlanga, El Verdugo.





Y es que la muerte está presente en el inconsciente colectivo español, ya lo dice la letra de ‘España camisa blanca de mi esperanza’

'España camisa blanca de mi esperanza
A veces madre y siempre madrastra
navaja, barro, clavel, espada;
la muerte siempre presente nos acompaña
en nuestras cosas más cotidianas
y al fin nos hace a todos igual.'

Y ya que la hemos nombrado y tanto nos acompaña, hagámosle un homenaje, eso sí, dresdamatizado.


En cualquier caso cordelillero debe tratarse de un término muy localizado y en desuso ya que mis padres lo conocían…y sin embargo la RAE y Google no:



Y no es la única sorpresa que Google me ha dado, la siguiente tiene un poco más de enjundia y no se aleja porque habla de la Fiesta Nacional, los toros, donde la muerte también está presente, quizás por eso TVE ha decidido suprimirla de su manual de estilo.

Mi padre, del que todo lo que diga por bueno que sea, queda a años luz de lo que representa para mí, una persona inabarcable, inmensa, irrepetible, en fin, pues mi padre me contó una anécdota que le sucedió hace poco y que paso a relatar.

Estaba él sentado en la terraza del bar que frecuenta cada mañana para su segundo café, El Barril, cuando un señor entrado en sus sesenta y tantos años se le acerca y le pregunta:

- Perdón, ¿es usted Angel Cruz?

Mi padre se encontraba bastante sorprendido porque creía no conocer al personaje en cuestión y le contestó afirmativamente (no era difícil averiguarlo en todo caso ya que todo el personal de El Barril lo llama ‘Don Ángel’) Pues bien, este señor le cuenta a mi padre que había estudiado en La Salle (como mi padre) aunque era algo más joven que él, pero que le había identificado porque ‘no había cambiado nada desde el colegio’ y porque le recordaba del Festival Benéfico Taurino que se dio en la Plaza de los Tejares de Córdoba (donde ahora se encuentra El Corte Inglés) en el año 1.957 y en el que mi padre participó como novillero con dieciséis años y que la siguiente foto atestigua:


Mi padre es el que se encuentra más a la derecha de la terna de diestros, como en la realidad

Si alguien quiere ponerse en situación aquí hay una recreación virtual de la Plaza de los Tejares acompañada del pasodoble Manolete.

Al parecer la faena que protagonizó mi padre hizo que el individuo en cuestión la recordase como un ejemplo de gusto y temple y prueba de ello es que le pidió a mi padre si podía sacarle una foto (no es coña, se lo pidió en serio, como los fans, menos mal que no pidió que se la hicieran juntos) a lo que mi padre accedió encantado.

La foto es la siguiente (y se nota que mi padre sí ha cambiado desde entonces)

La versión de mi padre es bien distinta ya que a raíz de aquella faena se le quitaron las ganas de ser torero y es que un novillo no es un bicho cualquiera y cuando tienes que encararlo te falta todo, como decía Guerrita:

- ¿Sabe Vd. qué es lo único que no tiene un torero frente a un toro? Saliva.


¿O para qué creíais que sirven los vasos de plata que tienen los toreros?


Adjunto foto de un novillo para que sepamos de qué estamos hablando, vamos que no se trata de una becerra.


(Éste se llamaba Preguntón, negro calcetero bragado meano lucero listón y se lidió en Las Ventas, más información aquí)

Lo cierto es que mi padre mató al novillo con una gran estocada tras la cual decidió colgar los trastos.

Pues bien, toda esta retahíla venía a cuento de un fallo de Google. Como he comentado anteriormente mi padre es un gran asiduo a El Barril (donde acaeció la anécdota) y esa foto que le sacó ese hombre es prácticamente igual a la que aparece en Street View de Google si se busca la plaza en la que se encuentra El Barril, la Plaza de Antonio Fernández Grilo (mi padre vuelve a ser el tercero por la derecha, un animal de costumbres y siempre a la derecha)

Pero si se avanza desde la Calle Concepción donde El Barril hace esquina…voilá, desaparece la terraza y con ella mi padre de la terraza de El Barril (al igual que el término cordelillero que se encuentra desaparecido en Google).


En cualquier caso no es extraña la coincidencia de asuntos taurinos y El Barril como se puede apreciar aquí.

Pues además, y para nuestra desgracia, este hecho ya no se podrá repetir ya que nuestro Presidente del Gobierno en su infinita preocupación porque los trabajadores del gremio hostelero no sufran los malos humos de los fumadores, ha logrado que la falta de clientes desde el 1 de Enero haya precipitado el cierre de El Barril poniendo en la cola del paro a cerca de veinte personas: más de cincuenta años abierto a diario y de ahora en adelante cerrado (mi padre me comentó que desde el 1 de Enero había ido sólo en un ocasión cuando previamente iba al menos una vez al día).


Foto de El Barril cerrado (y no por derribo)

Y para acabar un homenaje sabiniano al más admirado de los toreros cordobeses, Manolete (y el más querido por mi padre) y al torero que más se le ha aproximado, José Tomás. Ambos maestros acompañados por ‘De Purísima y Oro’ una descripción inmejorable de la España de la posguerra (de donde arrancaba el término cordelillero) y dedicada al gran Manolete .

Va por ustedes, Maestros.