29/10/07

Emotividad y Desencanto

Pensaba que poco o nada nuevo podría ofrecer mi relato del último concierto de Héroes después de leer la magnífica crónica de Juanjo, pero quizás la gran diferencia de este concierto de los maños respecto al resto ha sido la emotividad que tiñó de color sangre los últimos cuarenta minutos de Héroes sobre un escenario, no se habían ido y ya les estábamos echando un poco de menos. Todo comenzó cuando Bunbury agradeció a las ochenta mil almas que abarrotaban el parking de Cheste y a las más de cien mil que ya les habían visto diciendo que se sentían especiales, grandes y queridos. Una inmensa voz de miles de gargantas comenzó a corear ‘Héroes’ a todo pulmón y en la imagen de las gigantescas pantallas aparecía un Enrique Ortiz de Landázuri mudo, quieto, débil, callado, emocionado. Fueron treinta segundos de despedida sin palabras, de respeto y agradecimientos callados. Hay quien imaginó ver una lágrima en el rostro de Bunbury. Tras estos instantes de palabras mudas, los agradecimientos de rigor y una amenaza que anticipaba el nudo en la garganta: ‘Esta será la última canción tocada por Héroes del Silencio’. Y comenzó Tesoro. Y así salieron hasta tres veces para acabar con un tema que probablemente nadie, ni los más versados podían imaginar: ‘En brazos de la fiebre’ a dúo con Juan Valdivia sentados en el escenario. Y así acabo la historia sobre los escenarios del grupo más grande, especial y querido de Iberia. No los defendí cuando fueron famosos, quizás me daba alergia su pose y sus acólitos, se ganaron mi respeto con ‘El espíritu del vino’ y tienen en mí un defensor desde ‘Avalancha’. Pero todavía nos queda una luz con mucha esperanza en su interior: un hombre que es capaz de escribir Canto (El Mismo Dolor) tiene todavía mucho que ofrecer y quizás me ofrezca más ahora en solitario; quizás prefiera una tristeza de cadencia lenta a la sangre hirviendo, quizás me esté haciendo mayor y busque nostalgias de ayer para sucesos de mañana.



Y tras 400 km de vuelta con el cuerpo un poco contrahecho debido a los licores ingeridos la noche anterior decidí poner una película recomendada pocos días antes por Juanjo y Pedro. Y ante mis ojos aparecieron los historiadores de un terremoto del alma, cuatro personajes tan distantes como unidos, lúcidos y alienados a un tiempo, la radiografía de un ‘fin de raza’ contada por los ejecutores y víctimas de este desastre: un relato estremecedor en blanco y negro de una maestría genial realizado por Jaime Chavarri: una venerable anciana madre y esposa modélica que se nos presenta, con un léxico que para sí quisieran muchos periodistas, como la esposa que queda enamorada del patriarca familiar por un par de versos… y luego es criticada como una cobarde sin redención por sus hijos frente a la cámara - con ella presente - unos hermanos variopintos que se odian y se aman, se califican como simpático esquizofrénico o paranoico desagradable (sin faltarles razón) mientras luchan por el rol paterno a la muerte de éste – sin pesarles haberle descrito como un alcohólico empedernido minutos antes. En cuanto a las descripciones que de ellos mismos realizan los protagonistas del film nos encontramos a Juan Luis que adora a Scott Fitzgerald por lo que tiene en común con él: el alcoholismo y una mujer horrorosa o Leopoldo María que confíesa haberse vendido a un par de subnormales por un paquete de tabaco o Michi que define a su familia como el cúlmen de la sordidez. Pero en su estado freak sin duda se adivina una educación cuidada, unos modos refinados, el fracaso de una familia tradicional que sus mismos integrantes se niegan a perpetuar, silencios que dicen mucho más que las palabras, miradas tristes que sangran un pasado trágico y un futuro aún peor, en fin, una obra de arte en todos los sentidos, digna de verse y repensarse: sinceridad y fracaso de la mano con personas que parecen personajes y personajes que parecen irreales…si la muerte, el suicido o los psiquiátricos no los hubieran hospedado o los tuvieran ya para siempre entre sus brazos.


Leopoldo M Panero

Adjunto algunos links a los pocos extractos que he encontrado en la Red de ‘El desencanto’ -se oyen muyyyy bajito.