17/2/09

Lugares comunes

Dicen de los británicos que tienen tan arraigada su personalidad insular – independencia respecto a tierras limítrofes más allá de su isla - que les afecta hasta en su forma de relacionarse con sus vecinos. Esa sería la razón por la que son incapaces de vivir en bloques de viviendas, es decir, prefieren pacer en una mierda de jardincito de su cutre casita unifamiliar (con un solo, pegajoso y enmoquetado baño situado en la planta alta donde la ducha nunca funciona) ubicada en un suburbio incomunicado del resto de la ciudad siempre y cuando se encuentre rodeada por una pequeña valla de madera agujereada por la carcoma y despintada pero que cumpla su cometido: separarla del resto de vecinos convirtiendo la barriada en un archipiélago de casas cochambrosas pero, eso sí, independientes.
Como podéis imaginar la única casita inglesa en la que merece la pena vivir sería aquella en la que cultivaba arbustos la venerable viuda de El Jardín de la Alegría.






Pues bien, siendo muy crítico con los hijos de la Gran Bretaña (con excepción de los grupos musicales que emergieron en los años sesenta y setenta) el jueves pasado les tuve que dar la razón de cabo a rabo y envidié no vivir en una casa unifamiliar con un jardín por el que se pasearan las ratas y con una valla cayéndose a cachos. Una faceta de la realidad hasta ahora desconocida se me reveló en toda su plenitud: el jueves pasado fui a mi primera reunión de comunidad de vecinos y de ese tiempo a esta parte (no hace ni una semana del acontecimiento) veo la existencia humana desde otra perspectiva, quizás más desesperanzadora pero cristalina e inmutable.

Me atrevo a postular lo siguiente: si Lenin hubiera asistido a una reunión de vecinos el Comunismo no habría existido ya que sus fundadores habrían recapacitado y deducido que el sistema que proponían era una quimera, un sueño beatífico, un brindis al sol, por una sencilla razón: el comunismo cree demasiado en el ser humano.

Me remito a frases de Lenin:

‘...por la sencilla razón de que los hombres, libres de la esclavitud capitalista y comunista estatista, de los innumerables horrores, bestialidades, absurdos y vilezas de la explotación estatal, se habituarán poco a poco a observar las reglas elementales de convivencia (…) sin esa máquina especial de coerción que se llama Estado’

Pues no, querido Vladimir Ilich Uliánov, incluso cuando las sociedades organizadas en pequeños grupúsculos, como las comunidades de vecinos, deberían buscar el bien común, se manifiesta la idiotez humana y acaban destrozándose los unos a los otros sin otra finalidad que putear al vecino y mirarse el ombligo.




¿Y por qué sostengo esto?. A ver, ¿en qué cabeza humana entra que una panda de seres humanos aparentemente normales que se reúnen para solventar civilizadamente diversos problemas comunes acaben desperdiciando tres horas de su existencia discutiendo acerca de qué creen o dejan de creer acerca de las humedades producidas por la lluvia amén de insultarse, acusarse, amenazarse y ponerse en ridículo mutuamente?.

Pues acaba como tiene que acabar, arremetiendo unos contra otros con lindezas del tipo:

- Pues que sepa Vd. que desde que tiene el catering en su local, en mi peluquería tengo cucarachas (frase pronunciada sin remilgos por la arrendadora de una peluquería).

- Esa afirmación es ofensiva y gratuita – dijo el casero del dueño del negocio de catering.

- Lo único gratuito es que cuando destapo un bote de laca aparece una cucaracha y además su local huele de culo – respondió la casera de la peluquera.

- Porque soy cojo que si no me levantaba y la ponía a Vd. en su sitio - dijo el casero del catering.

- Estate sentadito a ver si en vez de muletas vas a venir el próximo día sin piernas – sentenció el marido de la casera de la peluquera que tenía pinta de ser un cruce entre Poli Díaz y Sancho Gracia.

El moderador de esta discusión - el administrador de la finca - no tenía precio: además de ser gangoso, tacharle la mitad de la comunidad de chorizo y tener un tono de voz similar a la de Arrabal en su defensa del milenarismo, su físico no le acompañaba ya que iba vestido como Mortadelo, corte de pelo estilo Anasagasti y bigote hitleriano.

Qué decir de la Presidenta de la Comunidad (rubia de bote con esa mirada triste y ácida que tienen la vírgenes por imposición – vamos, las feas - o las casadas mal folladas y creo que ésta es de la segundas ya que tiene marido, eso sí, mudo) cuyos comentarios más agradables respecto a cada nueva incorporación a la reunión eran el tipo ‘otro/otra que viene a putearnos’.

Respecto a las humedades – que eran el motivo de la Junta Extraordinaria - estuvieron debatiendo ciento ochenta minutos para, al final, colocarnos 50 € mensuales de derrama, cosa que se sabía desde el principio iba a pasar – ya que estaba en el Acta previa que, por supuesto, ni había ojeado - es decir, tres horas destripando a los ausentes y a gran parte de los presentes y cada uno sintiéndose con derecho a joder al resto del vecindario amparados en que tienen unos cuantos metros cuadrados en común. El comportamiento estos tipos deja a Hobbes y Tito Marcio Plauto con su conocido ‘homo homini lupus’ a la altura de Ghandi.

¿Y por qué asistí a esta reunión? Pues porque al perderme la Junta anterior se decidió levantar la solería de mi terraza, impermeabilizarla y volver a colocarla, operación que duró tres días durante los que se coló polvo de loseta hasta en los San Jacobos que tenía en el congelador. Lo mejor de todo es que no hicieron nada en el desagüe de la mencionada terraza y el problema persiste pero como la vecina de abajo es la Presidenta de la Comunidad…pues que se joda (como veis empiezo a mimetizarme).

¿El problema reside en cómo es el hombre y las dificultades que tiene para establecer reglas de convivencia o en el envilecimiento que produce sentirse propietario de un palmo de terreno? ¿Ocurrirían estos problemas en una comuna o son privativos del sistema capitalista? ¿Somos parecidos a Scarlett O’Hara en su apego al terruño o nos creemos aquello de ‘aporta todo lo que puedas y solicita sólo lo que necesitas’?.

Creo que estas preguntas no tienen respuestas concluyentes o quizás tienen varias respuestas posibles, de lo que no tengo duda es que estoy rodeado de una panda de seres embrutecidos sin capacidad de escucha ni cooperación cuyas actuaciones chocan de frente con la Teoría de la Evolución de Darwin (ahora que se cumple su aniversario). En éstas como en muchas otras cosas, los primates siguen por delante de nosotros, hemos involucionado y no hace falta acudir al creacionismo para afirmar que Darwin no tenía razón, basta una reunión de vecinos.



Y si alguien todavía necesita más pruebas (es lo que tiene el método científico) un último y definitivo testimonio gráfico: HEMOS INVOLUCIONADO


PS: ¿O acaso conocéis algún mono más tonto o peligroso?