8/3/07

Concierto de Marah...y punto

Hace años mi padre me contaba que las tres cosas que debe hacer una persona para realizarse como hombre (o mujer) antes de morir son plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo. Lo primero es relativamente fácil, lo segundo requiere bastante paciencia y si hablamos de lo tercero, pues además de cooperación, ganas y un espíritu de sacrificio importante, requiere muuuchos medios y un sentido de la responsabilidad del que habría que examinar a muchos padres.

Pero no es de temas trascendentes de lo que quiero hablar hoy, tras dos meses sin actualizar el blog y un montón de asuntos en la cabeza que me gustaría contar. Y es que desde anoche a las tres ‘cosas’ que me contaba mi padre (y que están muy bien y son muy instructivas) hay que añadir una cuarta, quizás más banal pero no por ello menos intensa y necesaria: al menos una vez en la vida hay que ver EN DIRECTO a un grupo que conocí ayer y que me ha ganado, creo, que para los restos: Marah.

La propuesta vino a través de la persona que más me ha enseñado o descubierto en esto de la música en los últimos meses, el amigo dog_in_the_park. Una invitación suya nunca es en balde aunque mucho hay que confiar en el consejo de alguien como para plantarte un miércoles a las 23.30 en El Sol para ver un concierto de un grupo que ni te suena y del que no has oído un mísero acorde en tu vida -y encima pagando 18 € - pero viniendo de quién venía la invitación, pues le di un voto de confianza.

Y ahí aparecimos en El Sol, tras unas birras previas, Juanjo, dos amigos suyos y yo. Los teloneros intentaron a duras penas calentar un ambiente más bien frío de primeras por dos razones: el día tan desapacible y ventoso que hacía en Madrid y que su bolo terminó a eso de las 23.45. Música de fondo de Morricone durante unas interminables pruebas de sonido…y ya eran las 00.00 cuando seis personajes invadieron el minúsculo escenario. Toda una declaración de intenciones los saltos que, con los instrumentos todavía apagados, daba el que parecía el líder del grupo (luego me he enterado que se llama Dave….) como midiendo las distancias a los altavoces desde su posición o calentando para lo que iba a acontecer. Una chica bastante atractiva frente a los teclados, un batería casi invisible al fondo, el bajista en segundo plano y tres guitarras en paralelo se disponían a abrir el concierto. He de confesar que, por la hora que era, mi mayor preocupación era no salir demasiado tarde del concierto. Sí, con esta maravillosa predisposición me disponía a escuchar el concierto de… ¿cómo dices que se llama el grupo, Marah?.

Y entonces sonaron los primeros acordes…y volví la cara con extrañeza hacia Juanjo y le dije: ‘oye, estos tíos tocan de cojones’ a lo que Montanary respondió sonriendo, confiado en lo que estaba por venir: ‘este grupo está entre los más grandes’ Y no le faltaba razón. Sin duda el mejor concierto que he visto desde hace muchísimo tiempo y entre los dos o tres mejores de mi vida (y no ha habido pocos: Radiohead, U2, Who, Pixies, Ramones, Placebo, REM….).

Pues bien, los hermanos Bielanko (que son el alma del grupo, de eso me he enterado hoy que no he hecho otra cosa que buscar referencias de este grupo) dieron una lección de entrega, buen gusto y energía desplegada encima del escenario, que casi quemaba –sin un decibelio de más ni de menos - empatía con el público, buen rollo entre ellos, un repertorio envidiable, unas versiones ejemplares (dos al menos que yo recuerde Do you wanna dance de Los Ramones y Baba O’Riley de los Who). En fin, unos genios que se metieron en el bolsillo a todo el público con un par de temas (al contrario de lo que pasa con otros grupos, durante la primera canción sólo se movían las tres primeras filas, al término del concierto toda la sala - aborrotada de público - botaba al son de las notas de este grupazo).

Fueron 120 minutos disfrutando de la vida a tres guitarras y una armónica: ritmos acústicos y eléctricos endiablados o más lentos, la belleza al teclado suavizando los coros, una base rítmica bajo-batería de lujo. ¿Y los vocalistas?. Un par de monstruos del escenario, con cierta reminiscencia a Bruce Springsteen (y mira que no me convence el Boss) pero con una fuerza y vitalidad que parecía que se jugaran el sueldo en cada nota, saboreando y haciéndonos disfrutar de la esencia del rock en estado puro, sin ambages, sin pausas, sin trucos, sólo música, sudor y tablas, un trozo de alma en cada solo, en cada coro, dos horas sin tregua, dos horas eternas de placer para los sentidos que será muy difícil que nadie, incluso ellos, logren igualar.

Y no fue porque bajaran a tocar entre el público la parte más lenta de uno de sus temas (que, por supuesto, no conocía), ni que en un momento dado la teclista y el bajista intercambiaran sus instrumentos y todo sonara tan perfecto y con el mismo poderío y la misma furia que previamente, o la armónica rompiendo la garganta de Serge entre piti y piti, no fue nada de eso y fue todo eso, fue simplemente que estos cabrones me devolvieron la esperanza de que la música sigue ahí, para hacerte hervir la sangre cuando alguien la doma y te la entrega a corazón abierto.

Y para acabar, estos hijos de puta, estos genios disfrazados de músicos normales (cuántos divos absurdos, vulgares y endiosados deberían avergonzarse al ver a este grupazo en vivo) que tocan en una sala pequeña donde aparecen ignorantes como yo que no los conocen, se tomaron unas birras con los que allí quedábamos y todavía nos daban las gracias. Y, lo recuerdo como si fuera ahora mismo, y han pasado más de veinte horas, así disfruté y, repito, no conocía un solo tema del repertorio que tocaron (salvo las dos versiones). En fin, que siguen existiendo motivos para creer en los placeres futiles y eternos que el rock ofrecía hace tiempo, en que la vida se vive a sorbos y ayer unos músicos americanos nos regalaron un lingotazo de absenta desde el escenario de El Sol que, a partir de hoy, cobra un nuevo significado: aquí fue donde me reencontré con la música como la soñaba con catorce años y veía cintas de VHS de los Who en directo. Espero, por el bien de la música, que este grupo sea valorado como merece…y por otro lado me apetece esta sensación furtiva de haber descubierto un tesoro para disfrutar en compañía selecta.

Esta tarde Juanjo y yo intentábamos describir lo que ayer presenciamos: memorable, irrepetible, increíble, épico…todos los adjetivos se quedan cortos, fue Marah en directo y punto