19/2/11

La hipótesis fantástica: Los Treinta y Tres

Hace poco me pusieron como ejercicio redactar un cuento con una hipótesis fantástica como hilo conductor, es decir, la respuesta una pregunta hipotética del tipo: ¿Qué pasaría si...?


Lo que salió fue el siguiente cuento que espero que os guste y que se titula 'Los Treinta y Tres'. Según el corrector, respira de fuentes como 'La invasión sin paralelo' de Jack London o 'Diario del año de la peste' de Daniel Defoe.


Los Treinta y Tres





La antesala de la U.C.I. parecía una macabra sacristía: alzacuellos, sotanas y casullas ensangrentadas, se desperdigaban por el suelo, quitados a toda prisa antes de entubar a sus portadores que se debatían a esa hora entre la vida y la muerte. La misma situación se repetía en cada hospital, en cada ciudad, en cada pueblo, en cada aldea del territorio nacional. Todo comenzó cinco años atrás.

─ ¿Y si no hubiera Iglesia? – sugirió uno de los treinta y tres integrantes de la asamblea, sentado al fondo.
─ ¿Cómo dices? – contestó extrañado el moderador de la reunión.
─ Sí camaradas, como lo habéis oído, ¿qué pasaría si no hubiera Iglesia?

Se levantó y prosiguió con su intervención, captando la atención de todos los presentes.

─ Nos hemos reunido por primera vez para debatir qué podemos hacer para establecer un régimen libertario  en nuestra sociedad, que se oponga a toda forma de poder establecido ya sea político, militar o religioso, ¿no? Llevamos comunicándonos en foros secretos a través de Internet durante meses, hemos encriptado cada mensaje para no ser descubiertos y hoy, por primera vez, nos reunimos cara a cara. Ya tenemos nombre para nuestra asamblea, A.V. (Anarkía y  Venganza) y ahora os digo: pongámonos manos a la obra. Queremos acabar con cualquier poder establecido, ¿no? ¿Acaso hay alguno más antiguo y arraigado que el religioso? Así que os propongo: ¿qué ocurriría si no hubiera Iglesia? Tendríamos a la sociedad confundida y sin referente moral, sería nuestro caldo de cultivo perfecto.

Las caras de los desconocidos que se congregaban en el sótano abandonado mostraban una mezcla de perplejidad y extrañeza. El murmullo generalizado se vio interrumpido por  la voz del moderador:

─ ¡Camarada!, ¿podrías identificarte, por favor?
─ No - respondió el chaval de veintipocos años – Siempre hemos mantenido el anonimato en nuestras comunicaciones y así seguiremos. Os puedo decir mi apodo, Virus, así es como mi conocéis.
─ Bien Virus,- contestó el moderador - admiro tus ganas e ideales, pero, ¿cómo piensas llevar a cabo ese plan tan ambicioso?
─ Muy simple, - respondió el joven  - con tiempo, cierta inversión y usando sus armas.
Avanzó entre las sillas hasta situarse junto al moderador y de cara a la audiencia.
─ Veréis, ¿qué es lo único que hacen todos los curas, todos los días, en todas las iglesias o donde quiera que estén?

Hubo un silencio sepulcral

─ ¿Nadie contesta? Venga, - dijo mirando a la variopinta congregación de personas de aspecto más bien siniestro que le rodeaban– vamos, no me creo que tengáis tan poca imaginación…
─ Dicen Misa – dijo finalmente un tipo de unos treinta años, con perilla, calvicie pronunciada y jersey de cuello vuelto negro.
─ ¡Bingo! – gritó Virus – Dicen Misa. Y, ¿qué es imprescindible para decir Misa? Pan ácimo sin fermentar y vino. Esas serán nuestras armas junto a la munición que necesitamos: la fe de los creyentes.

Durante las siguientes dos horas Virus explicó a la concurrencia los estudios que había estado desarrollando acerca de la alergia al alcohol. Explicó que la alergia al etanol se producía principalmente en pueblos asiáticos cuya intolerancia al alcohol parecía proceder de su base alimenticia centrada en derivados del arroz, y en concreto en la pasta de arroz. Las reacciones alérgicas se manifestaban en los asiáticos a través mareos ocasionales o enrojecimientos y sarpullidos en la piel pero que, en casos agudos, podía producirse una reacción anafiláctica con hipertensión, lividez, arritmias y cayendo finalmente la víctima en coma irreversible produciéndose la muerte en cuestión de horas. A continuación explicó la composición del pan ácimo que conforma la hostia y la procedencia del vino de Misa que se usa para la consagración y que está llamado a convertirse en la Sangre de Cristo.

─ Pues bien - dijo Virus tras esta explicación - todos conocemos las penurias económicas que pasan las parroquias y especialmente los conventos que es donde habitualmente se produce el pan ácimo. Aquí tengo un listado con las principales bodegas que cosechan y distribuyen vino de Misa, excluyendo los conventos con viñedo propio. Mi plan es el siguiente: crearemos una Fundación y una ONG cuyo cometido será producir de forma gratuita el pan y el vino que se consumirá en las parroquias y liberar a las iglesias y a los conventos de ese coste para que, de esa forma, puedan dedicarse por completo a la oración o a lo que quiera que tengan que hacer. En los conventos estarán encantados al poder dedicarse íntegramente a la oración y las bodegas privadas de Corella o Tarragona, únicas autorizadas por el Vaticano y que en este momento producen vino de Misa, no podrán competir con nosotros ya que el nuestro será de composición similar y gratuito.

─ A continuación comenzaremos a incluir en la composición del pan ácimo altas dosis de concentrado de pasta de arroz, reactivo con el alcohol. Para que no sospechen y ante posibles reacciones alérgicas menores, incluiremos en el vino de Misa una coenzima que inhabilite la reacción alérgica al contacto del etanol del vino con el concentrado de pasta de arroz. De esta forma les estaremos  envenenando y administrando el antídoto a la vez. Pasado el tiempo, calculo un mínimo de un par de años, una vez estemos seguros de que la concentración del reactivo alérgico de pasta de arroz en la sangre de los curas es suficientemente alta, dejaremos de incluir la coenzima en el vino y se producirá la reacción alérgica aguda…no habrá nada sospechoso que nos pueda delatar. Afectará sólo al pan utilizado para la consagración. El resto de las hostias pequeñas para los feligreses no estarán alteradas. No queremos matar al Pueblo de Dios sino a sus Ministros. Necesitamos a la gente para nuestra causa.

Y así comenzó a fraguarse la más grande alianza para derrocar a la Iglesia en la Historia. Los primeros pasos fueron el Bautizo y Confirmación de todos los integrantes de la trama designados para aparecer públicamente como gestores de la Fundación y cuya labor de testimonio cristiano y apostolado en los canales digitales de TV a nombre de la Fundación fue encomiable y digna de los más devotos feligreses.

La ONG de nombre Alianza por la Verdad (A.V.) cuya razón fundacional fue proveer de pan ácimo y vino de Misa gratuitos a todas las parroquias de España para que el Cuerpo y Sangre de Cristo llegaran a los creyentes y fueran su alimento espiritual, nació bajo el amparo y el aplauso de la sociedad católica que la propusieron como una de las opciones a la que poder dedicar el 0,7% del I.R.P.F de los católicos. Unos meses más tarde y ya conseguidas las inversiones privadas, donaciones voluntarias y subvenciones públicas necesarias, se iniciaron las obras de construcción de la planta de producción de pan ácimo y la bodega para el vino de Misa.

Un año más tarde la Fundación A.V. controlaba la distribución del pan sin levadura y vino de Misa del 90% de las iglesias parroquiales y conventos y el 100% de los Seminarios y Obispados.  A los dos años de la fundación de A.V. se comenzó la alteración paulatina de los componentes del pan en la fábrica de Ávila y del vino en la bodega de la Fundación en Navarra.

Se eligieron algunas ‘cobayas humanas’ entre misioneros en África y Asia cuyas dosis de concentración de pasta de arroz se alteraron al alza en el pan y sin coenzima reactiva en el vino. Sus muertes casi instantáneas fueron atribuidas a fiebres tropicales, dengue o malaria según los casos.

Y así llegó el 22 de Diciembre, quinto aniversario de la primera reunión de los Treinta y Tres. Ese día se dejó de incluir la coenzima reactiva en el vino y el concentrado de pasta a de arroz en el pan ácimo. El concentrado de arroz en la sangre de los presbíteros que diariamente habían estado ingiriendo su dosis controlada hacía innecesaria su administración en adelante eliminando, de paso, cualquier rastro de sospecha. Sin embargo  la ausencia de coenzima reactiva en el vino causaría una reacción fulminante a cualquier dosis de alcohol por encima de 3 º en los sacerdotes. Se esperaba que la partida ‘sin adulterar’ llegara a todos los conventos y parroquias en un par de días, para la Misa del Gallo.

Comenzaron a caer como cuervos muertos. El más sonoro fue el sacerdote que oficiaba Misa del Gallo por La 2: en el momento de volcar el cáliz hacia su boca se le escurrió de entre los dedos, cayó de espaldas con las manos en la garganta y volcó un par de ciriales provocando un pequeño incendio mientras se convulsionaba en el suelo echando sangre por la boca. Situaciones similares ocurrieron desde la medianoche en conventos, parroquias, aldeas, colegios…parecía como si una plaga hubiera asolado las iglesias de toda España. Las salas de urgencia se llenaron de curas en estado de shock, en coma o directamente fallecidos.

Los más tremendistas comenzaron a vaticinar el Apocalipsis y la llegada de la Bestia mientras los dirigentes del clero que seguían a salvo - aquellos a cuya parroquia u obispado no había llegado todavía la partida no adulterada de pan y vino - instaban a los fieles a acudir a la iglesia a rezar y a los sacerdotes en buen estado a celebrar Misa de inmediato pidiendo por sus hermanos sacerdotes enfermos. El caos se multiplicó aún más, el remedio fue peor que la enfermedad, los curas caían por decenas ante la mirada incrédula de los fieles.

El caos se apoderó de las ciudades: la gente abarrotaba las iglesias esperando ver abrirse el cielo y bajar al Señor, otros manchaban las puertas de sus casas con sangre de cordero para evitar lo que calificaban como ‘el Angel Exterminador del siglo XXI’, seguidores de sectas satánicas desnudaron a sus primogénitos con la intención de sacrificarlos en plena calle en loor de Satán su señor, aclarando de paso, algunas desapariciones sin resolver por la policía. Creyentes, agnósticos y ateos se congregaban frente al televisor esperando una respuesta al caos que se vivía en la sociedad. La emisora A.V., líder espiritual del país, anunció un comunicado para las 12.00 horas del 28 de Diciembre.

─ Setenta y dos horas, camaradas. En setenta y dos horas todas las reacciones anafilácticas devendrán en fallecimiento. Las más de quinientas pruebas que hemos realizado durante estos cinco años así lo demuestran. En setenta y dos horas todos los sacerdotes, obispos y clérigos afectados, y que todavía no hayan fallecido, habrán muerto. Es cuestión de tiempo. Sólo nos queda esperar tres días más para comenzar la Revelación de Anarkía y Venganza como Dirección Espiritual de nuestro país.

El mensaje lanzado por videoconferencia a los Treinta y Tres – como se autodenominaba el grupo fundacional de A.V. – les llenó de júbilo y esperanza. Por fin un caos anárquico y libertario sin poder espiritual y, ya en sus planes, el asalto al siguiente poder: el Gobierno. Ya habían discutido qué vía utilizarían, la única común a todos los Gobiernos, la corrupción. En esas consideraciones se encontraban cuando una llamada interrumpió a Virus, el Conductor de los Treinta y Tres en su discurso triunfal por videoconferencia.

─ ¿Cómo? – se le oyó decir por teléfono. ¡Eso es imposible! - gritó. ¡Todas, repito, TODAS las pruebas que hemos hecho han demostrado que los sujetos mueren en un plazo máximo de setenta y dos horas! – volvió a gritar con la cara enrojecida. ¡Ningún ser humano se puede reponer, joder, ningún hombre es capaz de recuperarse, y menos esos carcamales, lo hemos comprobado en cientos de ocasiones, es imposible!

Encendió la TV como le indicó su interlocutor e, incrédulo, contempló al Portavoz de los Obispos saliendo por su propio pie de la U.C.I. con un gran moratón en la frente fruto del golpe contra el Altar al caer al suelo tras la ingestión del vino esa misma mañana. Con la mano derecha hacía la señal de la Cruz hacia los cuatro puntos cardinales bendiciendo a los que allí se encontraban con lágrimas en los ojos. Tras él, una fila de sacerdotes octogenarios salían por su propio pie de la sala, algunos apoyándose en el gotero de suero y deshaciéndose de sus máscaras de oxígeno.

─ Efectivamente Camarada Conductor - se oyó decir al otro lado del teléfono - ningún hombre puede reponerse. Pero ésto no es cosa de hombres, ésto es cosa de Dios.




Añado una última aportación del Domingo 20/2 en El Mundo: un enlace referente a la composición del vino de misa.

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