5/12/10

De Vita Beata (II)

No es mi intención hacer una crítica del libro 'Sobre la Felicidad' de mi paisano Lucio Anneo Séneca aunque piense que un poco mejor nos iría a todos en estos días prenavideños si acatáramos algo de la doctrina estoica que el ilustre cordobés nos dejo como legado filosófico. Es más, creo que esta entrada no es sino la continuación de una que escribí hace algo menos de un par de años:



Mi intención en esta entrada al blog es aportar algo de luz a esa quimera perseguida por todos y todas de una u otra forma y que responde a esta canción de La Cabra Mecánica:



Pues sí, el caso es que desde que aterricé en esta multinacional americana en la que trabajo, un puñado de gente que merece mi respeto, mi admiración pero sobre todo mi amistad, me comentaron que, con todos los pros y los contras que tiene esta empresa, lo cierto es que me había incoporporado tarde por dos motivos: uno, los años dorados de splits en acciones que hicieron de tipos que llevaban más de quince años en la empresa auténticos millonarios y dos, porque me había perdido las conferencias de Emilio Duró. El primer motivo tiene difícil solución a no ser que la evolución en Bolsa de esta mi empresa pagadora sufra un crecimiento drástico lo cual parece no muy probable, pero el segundo fue subsanado parcialmente por dos vídeos que me envió Humberto, pertenecientes a una conferencia impartida por Emilio Duró en Galicia a un grupo de empresarios y que se titulaba 'El coeficiente de optimismo'.

No voy a desvelar nada de su contenido, sólo pediría a cualquiera que tenga una mínima curiosidad acerca de cómo mejorar su vida, que dedique 120 míseros minutos de su existencia para aprender y disfrutar de un tipo extraordinario, os dejo dos links, cada uno es una parte de la conferencia en Vimeo, dura una hora cada uno:


Emilio Duró - Optimismo e Ilusión from Ivan Torres Ramon on Vimeo.




Emilio Duró - Optimismo e Ilusión 2 from Ivan Torres Ramon on Vimeo.
Pues bien, después de este subidón voy a poner en práctica algo de que Emilio glosa: 'si no eres un genio (y casi ninguno lo somos) no innoves, copia a la gente de éxito'. Pues bien, copiaré y sacaré conclusiones de gente que 'tiene algo que decir' en ésto de la felicidad:

El primer tema que me interesaba es dónde habita la felicidad y resulta que dos personajes a los que admiro coinciden en que habita en la antesala de la felicidad. Duró coincide con otro de mis autores favoritos: Eduard Punset, quizás algo de cierto haya en ello.

Sin embargo Tomás Alfaro, que fue mi profesor en el Instituto de Empresa (donde le elegimos como mejor Profesor del Executive de mi año) y a cuyo blog he llegado casi por casualidad, no sostiene la misma opinión que Punset y Duró; Alfaro - creyente convencido y católico practicante - sostiene que esa felicidad efectivamente sí debe ser un estado y no una antesala y que la felicidad real sólo la puede saciar Dios...y, desde mi modesta opinión también compartida con Tomás, eso es así y por eso toda esta existencia terrenal no ha de ser sino una antesala a la Felicidad que sería la contemplación Beatífica (véase título del post en que nos encontramos) ahora bien esta 'mala noche en una mala posada' no deja de estar ciertamente teñida de felicidad por momentos, aunque sólo sea eso, una antesala. Es realmente interesante su entrada al blog y creo que manteniendo su tesis acepta con sus creencias lo que niega de facto.

Punset va más allá exponiendo lo que sería su 'Ecuación de la Felicidad' (demasiado simplista aunque útil desde mi punto de vista) donde lo que más llama la atención es el efecto potenciador de las emociones e inverso del miedo.

La fórmula en cuestión es:

F=E(M+B+P)/(R+C)

Donde F es la felicidad; E las emociones implicadas en nuestras acciones; M los recursos y el coste energético del mantenimiento de nuestro organismo; B es la búsqueda de nuevos horizontes (intelectuales, emocionales, profesionales, etc.) 3; P es el parámetro que define las relaciones interpersonales. R sería el símbolo que representaría a los factores externos reductivos de la felicidad, como por ejemplo: no desaprender los conocimientos y las experiencias innecesarias, nefastas o lesivas, el adoctrinamiento grupal (en el que Punset incluye a las religiones), los procesos de aprendizaje automatizados que dejan sin iniciativa al sujeto, y un predominio injustificado del miedo emocional por encima de las exigencias del estado de alerta necesario para la supervivencia. Finalmente, C sería el representante de los factores internos que llevan a la disminución de la felicidad, tales como: las mutaciones genéticas lesivas que producen enfermedades congénitas, el desgaste celular y el envejecimiento que conducen a la muerte, el estrés imaginado y, curiosamente, el ejercicio abyecto del poder

Sin ir tan lejos me pareció muy edificante el artículo que escribió Manuel Pimentel (otro cordobés hablando de la felicidad aunque en este caso caso sea 'adoptado') con motivo del Primer Congreso Coca-Cola de la Felicidad.

Con motivo de este congreso Pimentel escribió un artículo en El País titulado 'El Decálogo del Caminante' que creo que puede servir con punto de partida o 'brújula' de la felicidad en un mapa en el que cada uno anda algo desorientado en su propia existencia.

Se resume en los siguientes puntos:

Primero. Ten sueños, metas e ideales. Conceden sentido a tu andar y marcan el norte a tu brújula vital. Justifican el esfuerzo que realizas. La sensación de acercarte a ellos te proporcionará felicidad en tu camino.

Segundo. Que esa meta te estimule, que no te aplaste. Metas más allá de tus posibilidades pueden frustrarte. Por el contrario, metas demasiado cortas pueden acomodarte y hastiarte. Deben conseguir que te esfuerces para dar lo mejor de ti, pero no amargarte ni alienarte.

Tercero. La felicidad no se concentra en el preciso instante de cruzar la meta, hay que saber encontrarla en cada etapa del camino. No la difieras en exclusiva al futuro logro de tus objetivos, disfruta de las pequeñas cosas de cada jornada. Establece metas intermedias; superarlas te estimulará y te reafirmará en el camino correcto.

Cuarto. A meta alcanzada, nueva meta planteada. Evitarás el hórror vacui de una vida sin proyecto ni norte. Esas nuevas metas no solo deben conjugarse con el más y más, sino con lo diferente y, sobre todo, con lo mejor.

Quinto. Apóyate en el bastón de tu talento, guíate por la brújula de tus sueños e ideales, y planta tus botas sobre la realidad. Los viejos caminantes saben que para llegar lejos deben marchar paso a paso, mirando al suelo para no tropezar, pero elevando la mirada a las estrellas para marcar el rumbo a seguir. Que tu inteligencia e intuición te ayuden a escoger la ruta más adecuada en las muchas bifurcaciones que se te presentarán cada día.

Sexto. El camino tiene sentido en su conjunto. Integra en él los capítulos duros, de dolor y sufrimiento. Aislados, te amargarán; insertos en tu vida entera adquirirán sentido. Lo comprenderás cuando tengas suficiente altura de miras como para poder comprender tu propio camino pasado y sepas aprovecharlo para el que aún te queda por recorrer.

Séptimo. Los demás caminantes reconocen en ti al personaje que tú proyectas. Eres lo que haces y no como piensas que eres. Raymond Carver escribió que "Tú no eres tu personaje, pero tu personaje sí eres tú". El personaje que los demás ven, es más real que la persona que tú te consideras en tu interior. Presta atención a lo que en verdad haces, y no te autojustifiques con la excusa de lo que piensas que eres.

Octavo. La coherencia entre tu persona y tu personaje, entre lo que piensas y lo que haces, te hará sentir bien. La incoherencia vital te hará el camino insufrible.

Noveno. Tu vida es una novela que escribes con tus actos. Conoce a tu personaje y desarrolla tus potencias en función de las circunstancias y de tus sueños e ideales. Comprende tu realidad de escritor de la propia novela de tu vida, influye en el argumento de tu novela y concede mayor protagonismo a tu personaje. Podrás comprender tu camino en su conjunto.

Décimo. No caminas solo. Tú felicidad también se encuentra en la de los demás. Lo que das, recibes. Ayuda con generosidad y no olvides que, además de las personas, también nos acompaña la naturaleza ubérrima con toda su vida hermana.

Empecé con un cordobés hablando de felicidad y acabo con otro cordobés (adoptado) haciendo lo propio unos cuantos siglos más tarde, desde luego, no hemos cambiado tanto.

Aunque siempre hay vías alternativas cuando se trata de buscar el sentido de la vida, ¿no creéis?

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